Hace seis años atrás me sucedió una terrorífica historia. Yo
tenía que hacer un trabajo en la casa de una compañera llamada María José, el
lugar era bastante grande y bonito, sin embargo no me gustaba estar ahí, porque
ella me había comentado que en su casa sucedían fenómenos paranormales.
Comenzamos a hacer el trabajo y hasta ese entonces todo
parecía normal. El grupo de trabajo se conformaba de tres personas, la dueña de
casa, Javiera, otra compañera, y yo. Al término, con mis compañeras comenzamos
a sacarnos fotografías en un espejo redondo que tenía María José en su comedor.
Después de varias fotos, mi compañera, la dueña de casa, comenzó a revisarlas,
cuando de repente cambió su conducta y su rostro tomó un aspecto de horror.
Javiera y yo le preguntamos qué sucedía, a lo que ella respondió – ¿vieron la
foto?- Salió un hombre atrás, alto, delgado y de sombrero, mirándonos- Las tres
horrorizadas nos pusimos a llorar del miedo, Yo llamé a mi madre para que me
fuera a buscar.
Cuando llegó mi madre le conté lo sucedido, me preguntó si
yo había visto la imagen y le dije que sí. La verdad es que Javiera y yo nunca
vimos la foto ya que cuando le pedimos el celular a María José para ver la
foto, ella dijo que la había borrado por la desesperación. Sin embargo tuve que
mentirle a mi madre, de lo contrario no me creería.
Hasta el día de hoy, nunca me ha pasado nada paranormal, a
parte de esa imagen con la aparición que nunca vi. Aprendí que no debo guiarme
con lo que me dicen o me cuentan, a veces la imaginación es más fuerte que la
realidad y primero debo comprobar con mis propios ojos y cerciorarme lo que es
cierto. Debo ver para creer.
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